Estas fechas en las que tradicionalmente se echa la vista atrás para recordar los principales acontecimientos del año son también un buen momento para recapitular novedades y examinar tendencias de futuro en el ámbito de la comunicación científica. En este sentido es fácil aventurar que dentro de diez años 2012 será recordado -entre otras cosas- como el año en que entró en servicio la iniciativa Open Researcher and Contributor ID, el identificador ORCID que finalmente facilitaría la solución a los hasta entonces perpetuos problemas de asignación de las publicaciones científicas a sus autores y de desambiguación de los nombres de éstos.
ORCID se lanzó como servicio a mediados de octubre de 2012, después de un sostenido sprint final por parte del reducido equipo de profesionales que está sacando adelante esta iniciativa sin ánimo de lucro. Poco más de dos meses después de su puesta en servicio, más de 30,000 autores del mundo entero han registrado ya de manera gratuita su identificador desde el formulario de registro en el sitio web de ORCID.
Al mismo tiempo que progresa la adopción individual del estándar a través del boca a boca -con las redes sociales y twitter en particular como un poderoso instrumento de difusión- ORCID continúa la consolidación de su plataforma y de los servicios de integración con editores y bases de datos que desde ella se ofrecen (ver figura más abajo). Para garantizar la sostenibilidad de estos desarrollos y de la iniciativa en su conjunto será precisa la generalización de un modelo colaborativo de suscripción institucional que haga recaer la responsabilidad de la sostenibilidad del servicio en las organizaciones que se benefician del mismo, sean universidades, centros de investigación o editores. Este modelo de implicación institucional colectiva en la provisión de un servicio no es ajeno al mundo de la comunicación científica, donde ejemplos como el nuevo modelo de financiación del repositorio arXiv en la Universidad de Cornell o la iniciativa SCOAP3 del CERN para ofrecer acceso abierto a todo un conjunto de revistas científicas en el campo de la física de altas energías demuestran que es una alternativa viable e incluso preferible a modelos de financiación más restringidos por organizaciones o países.
A medida que avanza el desarrollo de nuevos servicios de integración -que irán consolidando a lo largo del próximo año- el gran reto para el éxito de ORCID reside cada vez más en la comunicación del avance en su implantación, de sus ventajas y de sus procesos de trabajo. En un momento en que comienzan a producirse registros institucionales para la adopción temprana del nuevo estándar de identificación, será fundamental dar a conocer los procedimientos y las estrategias de implantación seguidas por las primeras instituciones en integrar ORCID en sus sistemas de gestión de la información científica, de manera que sean reutilizables por las instituciones que se incorporen a la iniciativa de manera más tardía.
El papel de los servicios institucionales de información (bibliotecas o centros de documentación) resultará también crítico para el éxito de ORCID: será tarea suya poner a disposición de los autores la información necesaria para que ellos puedan registrarse gratuitamente y pasar a formar parte de una iniciativa que cobrará cada vez más fuerza con su adopción por parte de editores, agencias de finaciación y bases de datos internacionales.
Cabe destacar como un ejemplo de buenas prácticas en este sentido la iniciativa de Consol García, 0000-0001-8085-0088, y de sus compañeras de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), para crear una página web dedicada a ORCID -inicialmente en catalán, ahora también en castellano- como parte del sitio web de Bibliotècnica, la Biblioteca Digital UPC. La UPC no se ha registrado por el momento como miembro de ORCID, pero esto no es óbice para que desde su Servicio de Biblioteca se haya percibido como una línea importante de trabajo la comunicación de información sobre el identificador universal de autor para los académicos e investigadores de la institución. Una adecuada difusión de la existencia de esta página a través de los canales de comunicación institucionales y la extensión de este tipo de iniciativa a otras universidades suponen un impulso decisivo para la consolidación de un estándar que goza por lo demás (ver mapa en la figura inferior) de muy buena salud en España a pesar de la delicada situación económica de muchas de sus instituciones de educación superior.
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